lunes, 24 de octubre de 2011

QUE OPINAN

CIENTIFICOS
Desde mi punto de vista, hay una sutil, pero importante diferencia entre riesgo y peligro. Un riesgo no tiene por qué ser motivo de peligro. Por ejemplo, cruzar una avenida muy transitada por vehículos siempre supone un riesgo, incluso cuando se hace con el semáforo en verde para los peatones. Sin embargo, cruzar en rojo es un verdadero peligro. Por no decir que es de locos.

Vivir es un riesgo continuo: pones la cafetera, calientas la leche, te metes en la ducha, coges el coche, te subes en un ascensor, etc. El ser humano invierte en un riesgo cuando es rentable hacerlo. Esta rentabilidad se basa en dos factores: la virtuosidad en el manejo del riesgo y las consecuencias (pérdidas) en caso de error.

El primero de los factores es el que condiciona, en primera medida, la asunción del riesgo, como inversión a corto plazo. Si un sujeto tiene pleno dominio de la herramienta que maneja se verá capacitado para asumir dicho riesgo. Por contra, si el sujeto no se siente capacitado correctamente, tendrá que estudiar las consecuencias en caso de falla. Un ejemplo lo podemos encontrar en la práctica de la conducción: hasta que no se han dado algunas clases prácticas no es lógico que una persona se ponga al volante. Una vez que ya se tiene el permiso, sigue existiendo el riesgo de encontrarse con un kamikaze en sentido contrario, pero es rentable esta inversión.
LA PRENSA

El peligro radioactivo generado por las explosiones en centrales nucleares de Japón, asolado por un fuertísimo terremoto y un tsunami, reaviva la discusión sobre la controlabilidad de la energía atómica en Europa.

 

Neue Zürcher Zeitung, de Zúrich: “A los defensores de la energía nuclear se les hará más difícil que nunca convencer a la opinión pública, ya de por sí escéptica, de las ventajas de esta tecnología. Pero sería importante que la discusión, manejada hasta ahora demasiado ideológicamente, volviera a concentrarse en el meollo del problema, es decir, en la posibilidad de controlar esa fuente de energía aún en caso de producirse fallas graves. En vista de los sucesos dramáticos que asolan Japón, no será posible evitar preguntarse qué intereses pesan más, y cuál es el nivel de riesgo que estamos dispuestos a enfrentar para saciar nuestra avidez incontenible de energía.”

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